domingo, 4 de octubre de 2009

Cambia todo cambia



Todo Cambia
Letra:Julio Numhauser Chileno
Canta: Mercedes Sosa


Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo

Cambia el clima con los años
Cambia el pastor su rebaño
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño

Cambia el mas fino brillante
De mano en mano su brillo
Cambia el nido el pajarillo
Cambia el sentir un amante

Cambia el rumbo el caminante
Aúnque esto le cause daño
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño

Cambia todo cambia
Cambia todo cambia
Cambia todo cambia
Cambia todo cambia

Cambia el sol en su carrera
Cuando la noche subsiste
Cambia la planta y se viste
De verde en la primavera

Cambia el pelaje la fiera
Cambia el cabello el anciano
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño

Pero no cambia mi amor
Por mas lejo que me encuentre
Ni el recuerdo ni el dolor
De mi pueblo y de mi gente

Lo que cambió ayer
Tendrá que cambiar mañana
Así como cambio yo
En esta tierra lejana

Cambia todo cambia
Cambia todo cambia
Cambia todo cambia
Cambia todo cambia

Pero no cambia mi amor...

sábado, 8 de agosto de 2009

LA COMPAÑÍA DEL CAMINO




















A Ricardo Pascoe

Lo que hemos amado cambia. A veces
nuestros ojos ya no ven el replandor,
pero el resplandor sigue allí. Sabemos
que ni las palabras ni los trabajos que
nos desgastan cotidianamente podrán servirnos
para seguir adelante, cuando las bellas viajeras
se han ido, y si miramos los días
sólo veremos manchas dejando una estela
de vacío en los párpados del que tiene sueño.
Y no es hora de pensar, por ejemplo, en los
que se levantan a las 5 de la mañana
para ser explotados en las fábricas, sino
en que también los compañeros se han sentido solos.
Todos amamos, en los dormitorios de todos
está pintada la ignorancia, nuestra oscuridad
que balbucea y gruñe, nuestra luz inmóvil que habla
en sueños. Afuera de nuestras zonas llueve
y también el alma del que está triste,
y no encontramos aún la manera de unir los dos bosques.
Los dos bosques llenos de movimiento.
El amor y su ausencia nos hacen ver todas
las aventuras desde una ventana increíblemente
alta, casi al final de un rascacielos de pequeñas
cositas tibias que se van helando en la memoria.
Es bueno que ese edificio exista, y es bueno
mirar por esa ventana confundidos entre
nuestra tristeza personal y el vértigo.
Pero los museos suelen ser horribles
y poco compatibles con las bellas viajeras.
Nada tenemos, todo se acaba. Cuántos amigos
les han dicho eso a sus amigos una tarde cualquiera.
Pero yo sólo tengo estos versos. Nada queda sino
nuestra ternura. Ese incendio gratuito: una forma
de morir en un universo que no muere nunca (a ver
si lo entiendes). Sabemos que las palabras pueden
ser cambiadas, tampoco es la memoria una hilera
de pinturas viejas. El amor, y su ausencia, a veces
más amorosa que el amor mismo, nos devuelve nuestros
cuerpos. Lo que hemos querido tanto sólo cambia,
el resplandor continúa, también nosotros
debemos cambiar y continuar, como los pájaros
en los vientos del Norte y del Sur.
Nada queda, pero tal vez nuestra ternura ya estaba allí,
antes que la ilusión del vacío, tal vez nuestras
contradicciones son como lunas en el final
de la noche, tal vez la bella viajera no está
muy lejos todavía, y si corres la alcanzas,
desesperada, alegremente, un minuto o unos días
o una estación completa del año, compartir
con ella libremente el camino, sin que haya
muerte en este poema para ti, ni en ti, ni en ella.

Barcelona, agosto 1978

Roberto Bolaño

Publicado en Gutiérrez (recolección y edición: Andrés Braithwaite), Santiago de Chile, noviembre, 2005.

domingo, 26 de julio de 2009

Aplastamiento de las gotas (Julio Cortázar)

























Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.


Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.



Para mi amiga Ramona Tue_Tue